La oscura calle permanece imperturbable en la tranquilidad de la noche. O así debería ser, pues una figura la atraviesa como alma que persigue el diablo. La chiquilla viste ropas negras y su expresión refleja un terror que ni en sus peores pesadillas pudo haber imaginado. No se aprecia ningún peligro aparente y sin embargo la chiquilla no deja de mirar hacia atrás, oteando el horizonte en busca de un perseguidor desconocido. Mas al aguzar el oído, se pueden escuchar los gruñidos y zarpazos, sin duda alguna, producidos por la criatura que amenaza su existencia. Víctima de un fatídico tópico, tropieza, cae sobre los duros adoquines y algo sale despedido. Una pequeña bolsa de cuero. Aun no lo sabe, pero de haberla conservado, abría salvado su vida. La criatura, invisible, desgarra su ropa y su carne en pos de su objetivo. Los chillidos de dolor llenan la solitaria calle, nadie la escucha. Forcejea hasta el último instante pero no puede desasirse de su mortífero abrazo. Con el último mordisco, arranca el alma de los inertes huesos de la chiquilla. Un alma condenada, un pacto completado. El perro del infierno llevará ahora las almas que ha recolectado a su señor. Tal vez, la chiquilla debió haberlo pensado mejor antes de sellar el acuerdo, pues siempre conlleva un precio demasiado alto que nadie está dispuesto a pagar.
Guau... me encantan los juegos de palabras tan elegantes y a la vez tan rudos :) Enhorabuena, sigue así tal cual y mejor :)
ResponderEliminarBesos!
Gracias, siempre es un placer descubrir que le gusta a alguien lo que escribo :)
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