Los colores se alternan, los minutos se suceden y yo, en mi vigilia, observo el cielo y escucho. La ciudad despierta y a miles de kilometros, una ciudad se prepara para dormir. La fresca brisa matutina acaricia mi rostro y doy gracias. La noche ha sido calida y bochornosa donde las haya y aunque todavia es pronto, uno tiene la sensación de que el tan ansiado verano está a las puertas.
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