10 abr 2011

V - Lilith.

Motel Lenox, a 45 km a las afueras de Las Vegas.
Entre las sombras de una de las habitaciones del motel Lenox, una figura se recorta frente al brillo que entra por la ventana del baño. Está de espaldas, sentado al borde de la cama. Por el sonido se adivina que afila una espada. De repente, la habitación se oscurece justo antes de quedar iluminada por unas enormes y brillantes alas blancas.

Las Vegas, poco después del incidente en el Bellagio.
A pocas horas del amanecer, la cafetería abierta veinticuatro horas de Billie está desierta. Al abrir la puerta, se oye un ligero sonido de cascabeles. Un camarero sale a recibirme mientras se seca las manos. Un frondosa y sucia barba grisácea adorna su rostro, mientras que una gorra con el logotipo Billie’s cubre su grasiento cabello entrecano. Al verme, palidece (Una reacción bastante habitual últimamente). Su rostro recupera el color, aunque no del todo, cuando se acerca a mí con una amplia sonrisa.

-Así que los rumores eran ciertos… -me mira fijamente mientras sonríe. Las arrugas envejecen notablemente su rostro.
-Pues eso parece, amigo mío –le sonrío.
-Dime, ¿qué te trae por mi humilde cafetería, Raz’?
-Pues, necesito que me ayudes –al decir esto, su rostro se endurece.
-Ya no, sabes que ya no. Me retire hace años, ya no tengo nada que ver con ellos.
-Con ellos tal vez no, pero sí conmigo.
-Lo siento, amigo mío, pero no puedo. Tal vez pueda decirte de alguien que te sirva de ayuda, pero no cuentes conmigo, no esta vez –Su rostro refleja tristeza, se que echa de menos la acción, pero otras responsabilidades ocupan su tiempo ahora.
-Está bien, si es tu decisión la respeto. Tal vez debería insistir más pero no me parece justo para ti. –Justo en ese instante una chica de unos diecinueve años, pelo castaño y ojos grises aparece por la puerta de la cocina para dejar una cosa, saludar amablemente, y volver a desaparecer- ¿Esa es tu hija?
-Sí, ¿Cómo lo…? –Se detiene a mitad de frase dándose por vencido-Supongo que no sirve de nada preguntar. –me mira suspicaz- Y más te vale no estar pensando lo que creo que estás pensando, cualquiera diría que eres humano.
-Sí, bueno, tener un cuerpo físico pasa factura. Aun así, no estaba pensando eso –me rio, divertido por su afirmación- Es nefilim ¿cierto?
-Así es, una de las pocas que quedan. Es tan ducha en el combate como su padre, y tan hermosa como su madre.


-Tiene que serlo si es hija de William y Aurora Lightwood –Sonrío. En ese momento, una explosión fuera de la cafetería llama mi atención- Bill, vete a la cocina. –ordeno a mi antiguo compañero.

-¿Estás loco? Nadie va a entrar aquí para tirar a la basura el fruto de mi esfuerzo –dice Bill mientras saca una gran espada de debajo del mostrador. Yo sonrío.
-Está bien, discutir contigo es como hacerlo con la pared. Al menos mantente detrás de mí - Desenvaino mi espada y me dispongo mientras veo como una figura cruza con tranquilidad la calle. Lleva un martillo en la mano izquierda y un coche arde en llamas a su espalda. La chica sale de la cocina.
-Papa, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado? –pregunta preocupada.
-Lith, vuelve adentro, ¡AHORA! –grita en tono autoritario. Ella obedece, mientras Bill y yo nos disponemos para luchar. Tan solo siento que se hayan visto involucrados de esta forma.

Nos atrincheramos tras la barra. Unos angustiosos segundos más tarde, el soldado atraviesa la puerta como si fuese papel de arroz. Antes de darle tiempo a reaccionar me lanzo sobre él blandiendo a Brael. En un abrir y cerrar de ojos me ha lanzado fuera. Ese tío es demasiado fuerte para vencerlo cuerpo a cuerpo. Mi cabeza trabaja rápido, me doy cuenta de que siempre intenta separarnos para hacernos más débiles. Le grito a Billie que le ataque mientras avanzo por su retaguardia. En un golpe de suerte, el martillo sale volando, seguido de su brazo izquierdo. Para mi sorpresa, un cuchillo aparece en su mano derecha. Antes de poder siquiera pestañear le atraviesa el corazón de Bill, la visión me horroriza. Entonces una flecha acierta entre ceja y ceja al tipo del martillo, que estalla en una vorágine de chispas y cenizas. Al seguir la trayectoria del proyectil me topo con Lith, que sostiene un arco con pulso de acero. Corre hasta su padre con lágrimas en los ojos. Bill me susurra al oído que cuide de su hija, que confía en mí. Asiento. Entonces muere, en esta ocasión no hay chispas, no hay explosión de luz. Bill era humano, se cortó las alas cuando su mujer se quedo embarazada. Ahora Lith es responsabilidad mía, y cumpliré mi promesa aunque me cueste la vida. La chica se llama Lilith, es nefilim, y la mejor arquera que he conocido hasta la fecha.

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