1 abr 2011

IV - Raziel.

Lo primero que noto al despertar, es el sabor a sangre en mi boca y un tremendo dolor de cabeza. Cuando miro a mi alrededor veo a Suzanne tendida en el suelo con un puñal en el pecho. Intento despejar mi cabeza y recordar qué ha pasado. Repaso cada movimiento, cada palabra, buscando una solución.


"Cuando se abrieron las puertas del ascensor me abordaron las dudas, todo era demasiado fácil. Preocupado, la miré.
-¿Qué te parece todo esto? Algo me huele mal –obviamente no lo decía de forma literal, tan solo intentaba expresar mi preocupación.
-Sí, yo también me he percatado… -Me miró a los ojos, preocupada.
-Vamos –Sin perder más tiempo, me dirigí a la puerta 203.

Antes de llamar, me detuve un segundo, no sé por qué lo hice, pero lo hice. En ese instante, la puerta saltó de sus goznes e inmediatamente me volví para cubrir a Suzanne. Sin darle tiempo a reaccionar, me quité la americana, desenvainé a Brael y desplegué mis alas. Estaba furioso, no soporto que me ataquen sin más. Inmediatamente entré en la habitación y recibí un fuerte golpe en el hombro izquierdo. Un enorme martillo había ido a impactar directamente sobre él. Como si de un resorte se tratase lancé una estocada a su cuello, aunque solo conseguí hacerle un rasguño, pues me empujó contra la pared. En ese momento, Suzanne entró en acción. Se movía con una gracilidad y agilidad dignas de ella, en menos de un minuto ya había conseguido que retrocediera hasta el baño y que sangrase. Sonreí, me puse en pie, y la aparte con cuidado. Entre en el baño y me dirigí hacia mi enemigo, intercambiamos varios golpes y justo cuando le había atravesado el estómago con Brael, me golpeo tan fuerte en la mandíbula que atravesé la habitación y por poco salgo por la ventana. La sangre me resbalaba por la barbilla y estaba algo desorientado. A duras penas pude ver como una figura vestida de negro se cebaba con la pequeña Suzanne. Me levanté y, utilizando mis alas para tomar impulso, lo empujé hasta el pasillo a través de la pared. Su pelo negro y los ojos azules no me dieron muchas pistas, pero el tatuaje de su cuello si, supe al instante quién era. Aun no sé cómo consiguió lanzarme de nuevo a la habitación, solo sé que esta vez el golpe vino de arriba y que consiguió que mi mundo se sumiese en la oscuridad."


Aun no comprendo nada, qué hace uno de ellos aquí y qué tiene que ver con mi enemigo. A parte de Suzanne, la habitación está desierta, cosa que no hace sino aturdirme aún más. Me arrastro como puedo hasta ella, que agoniza recostada sobre unos escombros. Intento extraerle el puñal, pero se convierte en cenizas en cuanto lo toco. La miro a los ojos, sabe que su final se acerca, pero no es miedo lo que veo. Es entendimiento, ha descubierto algo que se me escapa. Veo cómo abre los labios para intentar decírmelo, cómo susurra algo que no consigo entender y cómo expira su último aliento. Lamento enormemente la muerte de Suzanne, pero no puedo detenerme en esta batalla. ¿Qué hacen los ocultos relacionándose con él? No consigo hallar una respuesta y la pequeña Suzanne se convierte en cenizas en una explosión de intensa luz blanca. Salgo de aquella habitación y recojo a Brael y la americana. Será una larga noche y necesitaré la ayuda de otro viejo amigo si quiero que su muerte  no haya sido en vano. Me llamo Raziel, y voy a hacer esto porque puedo hacerlo, porque he de hacerlo.

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